martes, 13 de octubre de 2015

Pasado

Lo veo entrar. No toca la puerta, pasa directamente. Me mira. Lo miro. Nos quedamos en silencio. Apoya su mano sobre mi hombro. Me susurra. Pero ya no tengo nada que decirle. Mis palabras se fueron con las lágrimas. Ya no están. Desaparecieron hace tiempo. O tal vez no. Tal vez sigan escondidas. Guardadas en aquel laberinto del que me es tan difícil salir. O tal vez las escondió él. Pienso. Y vuelvo a mirarlo. No lo veo claramente. Esta borroso. Arruinado. Olvidado. Cierro los ojos. Los abro. Lo repito varias veces. Nada cambia. Se aparta de mí. Cada vez se aleja más. Me paro. Lo persigo. Quiero intentar arreglarlo. Cambiarlo. No puedo alcanzarlo. Es inútil. Mis piernas se cansan. Mi corazón, también. Me detengo. Ya no lo veo. Se ha ido. Por fin, se fue. 

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